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FRAGMENTO

      — El tema de hoy es “Por el Imperio hacia Dios”— decidió D. Arnelio—. Toda la clase ha de estar atenta. Abrid el libro por la página ciento veintiocho. Marcos empiezas a leer y los demás seguís con los ojos por donde se va leyendo.

Que nadie se despiste, pues si le pregunto que siga leyendo y va perdido, jarabe de palo. Y no amenazo en balde. Ya puedes

empezar. Lee y los demás siguen con los ojos. 

      —“Así como los hombres nacemos todos con una misión que estamos obligados a cumplir, las naciones también nacen con una misión que cumplir. Y si se apartan de ella fracasan en sus destinos. A España Dios le señaló una misión determinada, la de orientadora espiritual del mundo.

      — Sigue, Roberto.

      — “Los españoles estamos obligados a conocer la misión de España, la de crear un Imperio, un Imperio hacia Dios. (…)”

      — Los alemanes están creando su tercer Imperio – aclaró D. Arnelio—; los italianos también se afanan por otro imperio, recordando su época gloriosa del imperio romano, los japoneses lo hacen por el extremo oriente. Nosotros hemos de forjar un imperio espiritual, que es más importante, y dirigido a Dios. ¿Habéis entendido? Sigue leyendo.

      — “Todos con nuestro esfuerzo hemos de hacer lo posible para que esa misión se cumpla. Es necesario que España vuelva a ser lo que fue. Y nosotros los españoles, los buenos españoles, (…)”

      — Eso, los buenos españoles – interrumpió D. Arnelio mirándome descaradamente —, que hay todavía mucho rojo suelto por ahí.

      — “…somos capaces de eso y de mucho más – continuó leyendo Roberto—, porque como dijo José Antonio que “ser español es una de las pocas cosas serias que se puede ser en el mundo”.

      — ¿Habéis oído? – preguntó D. Arnelio—. No es cualquier cosa ser español, pero español cabal y no escoria como aún quedan. Sigue Carlos.

      — “El poderío de su imperio tuvo lugar en aquellos tiempos en que nuestra Patria se sentía unida en una empresa común, en una empresa evangelizadora, dándolo todo por altruismo: religión, lengua, sangre”.

      — ¿Qué quiere decir altruismo? – preguntó todo ingenuo Manolín.

      — Pues eso, altruismo. – le aclaró D. Arnelio—. No interrumpas con preguntas bobas. Sigue leyendo.

      — “A esas épocas de grandeza de la Patria debemos volver los ojos y con nuestros sacrificios y afanes conseguir que España cumpla su misión ecuménica de madre de naciones y apóstol de la verdad”.

      — ¿Sabes lo que quiere decir ecuménico? –le preguntó D. Arnelio.

      — Claro, ecuménico – le respondió Carlos todo cargado de razón.

      — Estupendo – se conformó D. Arnelio—. Continúa Ángel.

      —“Tenemos voluntad de imperio. Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Imperio. Así reza en el tercer punto de la Falange. Y podemos serlo. Para ello es preciso que creyendo que fuimos, creamos también que podamos volver a ser, que tengamos esperanza de un porvenir cada vez mejor”.

      — Eso es una verdad como un templo – aseguró todo cargado de razón D. Arnelio—Sigue Juanito.

      — “Hemos de conseguir que España sea Una, Grande y Libre, los tres gritos que se pronuncian al terminar el himno del “Cara al sol”.

      — ¿Cuáles son los gritos que se dicen al terminar el “Cara al sol”? –le preguntó D. Arnelio a Juanito.

      — ¡España una, grande y libre!

      — ¡Muy bien! Eres un chico que promete. ¿Y dónde está escrito este lema de España una, grande y libre? Tú, Roberto.

      — ¿En dónde está escrito?… Y yo qué sé – confesó con cierto descaro Roberto.

      — ¿No lo sabes? Tú lo único que sabes es comer gachas. Dilo tú, Marcos.

      — No lo sé, D. Arnelio –respondió como avergonzado Marcos.

      — ¿Tú tampoco lo sabes? ¿Qué mierda de clase he heredado? ¡Cómo se nota que en esta clase antes había un rojo y un incompetente!

 

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